Aunque tendemos a pensar que el ser humano ha evolucionado radicalmente en los últimos 100.000 años, desde el punto de vista genético, bioquímico, inmunológico y endocrino, seguimos siendo los mismos primates.
Lo que ha cambiado es el contexto: vivimos alejados de los estímulos que moldearon nuestros genes, rodeados de tecnología, alimentos ultraprocesados y estrés constante.
Ignorar esta desconexión entre nuestro diseño biológico y nuestro entorno actual puede llevarnos a enfermedades crónicas, como problemas cardiovasculares, metabólicos e inflamatorios.
El ser humano está diseñado para escuchar y responder a las señales de su propio cuerpo. Comer solo cuando tenemos hambre real, hidratarnos cuando tenemos sed, y respetar los ciclos de sueño y descanso son pilares fundamentales de la salud.
Hoy en día, la mayoría de las personas vive sometida a estrés crónico, duerme poco y mal, y apenas se expone al sol o a la naturaleza. Además, la dieta se basa en gran parte en productos procesados y ultraprocesados. Todo esto altera la sensibilidad de los receptores químicos que regulan nuestra vida, comprometiendo la homeostasis, la función inmunológica y el equilibrio endocrino, y aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
Nuestro organismo evolucionó enfrentándose a variaciones de temperatura, esfuerzos físicos y otros desafíos ambientales. Si nunca estimulamos los sistemas de termorregulación, ni exponemos al cuerpo a cambios de frío y calor, estos sistemas se atrofian, y nuestra resistencia fisiológica disminuye.
Los avances tecnológicos han facilitado la vida moderna, pero su uso excesivo puede sustituir funciones naturales que son esenciales para la salud. Buscar confort absoluto es incompatible con mantener un organismo saludable.
La clave está en usar la tecnología de forma moderada, complementando, nunca reemplazando, nuestros procesos biológicos naturales.
1. Escucha tu cuerpo: come y bebe solo cuando lo necesites realmente.
2. Gestiona el estrés: incorpora técnicas de relajación, respiración y mindfulness.
3. Prioriza el sueño y el descanso: mantén horarios regulares y calidad de sueño.
4. Exposición a la naturaleza y al sol: fortalece la síntesis de vitamina D y regula ritmos circadianos.
5. Alimentación basada en alimentos reales: reduce ultraprocesados, prioriza frutas, verduras, proteínas de calidad y grasas saludables.
6. Desafíos físicos y térmicos: alterna frío y calor moderado y mantente activo.
Estas estrategias ayudan a que nuestros receptores bioquímicos funcionen correctamente, fortaleciendo el sistema inmunológico, la salud cardiovascular y el equilibrio hormonal.
Aunque vivimos en un mundo moderno lleno de tecnología y confort, nuestro cuerpo sigue gobernado por patrones ancestrales.
Reconectar con nuestra biología mediante una alimentación natural, manejo adecuado del estrés, sueño reparador, exposición a la naturaleza y desafíos fisiológicos es esencial para prevenir enfermedades y optimizar la salud.
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